Comercio exterior: un salvavidas en medio de la tormenta

La crisis del Covid ha desatado una frivolidad inédita en el diseño de políticas públicas en el país, la que incluso ha llegado al punto de desafiar la institucionalidad, la misma que en el pasado diferenció a la economía chilena por sobre sus pares de la región.

Es una lástima que este proceso de desorden interno ocurra justo cuando la economía internacional comienza paulatinamente a dejar atrás la pandemia y despega a un ritmo sorpresivamente ágil. El precio de los commodities se ha disparado, en especial el del cobre que se ubicó en US$4,5 la libra, impulsado por una mayor demanda coyuntural – aumento de la producción industrial en China y en Estados Unidos- y por una más estructural, asociada a la expansión de la electromovilidad; así como también, aunque en menor medida, por el uso de este metal en al ámbito sanitario debido a sus propiedades antimicrobianas.

En el pasado, la economía chilena ha recurrido al sector exportador para intentar sortear las crisis. Las exportaciones fueron uno de los principales motores que tuvo Chile para crecer después de la disrupción económica de comienzos de los ´70, y, sobre todo, después de la crisis del ’82, impulso que se reaceleró con la apertura comercial de principios de los ’90. Su participación pasó de niveles en torno al 10% del PIB a comienzos de los ’70, hasta 38% del PIB a mediados del 2000. El positivo desarrollo de los servicios internos y los problemas para ampliar la capacidad productiva en muchos sectores redujeron la participación de las exportaciones de bienes y servicios hasta el 30% del PIB en 2020, nivel que está en el promedio mundial y por sobre la región.

El impulso externo será evidente este 2021. Esta semana un informe del FMI señaló que los términos de intercambio que gozará Chile este año son los mejores desde comienzos de los ’80, por el fuerte incremento del precio del cobre. Las exportaciones registraron un crecimiento interanual de 26,4% en valor el primer trimestre, fuertemente apuntaladas por las exportaciones mineras que se expandieron 44,2% en el mismo periodo, seguidas por el sector frutícola (+36,5%) y, en menor medida, por la celulosa (+11,1%). Por mercados destacan los envíos a China (+57,2%), Estados Unidos (+33,5%) y Brasil (+42,5%).

La confusión interna que genera el proceso de transición institucional que vive el país en alguna medida se ha atenuado por el desempeño del comercio exterior. Es crucial seguir fortaleciendo nuestra red de acuerdos comerciales, incentivar la inversión privada en conectividad física – logística y portuaria- y digital y, sobre todo, evitar poner obstáculos a los proyectos que aumentan la capacidad productiva en sectores ya consolidados u otros en expansión. La competitividad de la economía chilena es esencial si queremos que el comercio exterior siga siendo un salvavidas en momentos de crisis.

Fuente: La Tercera

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